kayo dot - choirs of the eye
.:: Ever since its founding in 1995, John Zorn's Tzadik label has never failed at releasing albums that completely defy musical genre perception. Tzadik has backed everything from John Zorn's jewjazz ensemble Masada to the master of guitar destruction, Keiji Haino. And then there's electronic super girl, Tetsu Inoue, and the hilariously great Japanese traditional/electronic pop girl combo, Hoahio. However, amongst all this chaos of musical experimentation, this album, Choirs of the Eye, stands out dramatically.
The only real similarity to Tzadik's focal point, John Zorn's discography, is the fact that it mixes many genres into one cohesive product. Zorn's Naked City project, easily the defining point in his career, mixed jazz and grindcore. Toby Driver, Kayo Dot's lead member, aimed for something much more expansive and more like the progressive-metal roots of his previous band, Maudlin of the Well; instead, Kayo Dot's output is 90% chamber jazz-esque ambiance and 10% metal.
It seems as if the band’s intent was to create and obtain a mood without so much weirding their listeners out, and while it does have its revved up, doomed out, and intense moments (witness the utterly awesome, almost Weakling-inspired black metal cacophony that comes about at around the 10:30 mark of “The Manifold Curiosity”), Choirs of the Eye is mostly a pensive and moving affair that has more in common with the releases of Talk Talk, Cerberus Shoal (with whom the band has recently toured), and The Dirty Three than with any that of any metal band I can think of offhand.
Toby Driver's experimentation is revealed much more clearly in the quieter sections. Instead of sounding similar to ISIS, the sound sounds more reminiscent of the ambiance of Rachel's and the chamber jazz of Tortoise. The style can be likened to post-rock, but I think a better likening would be to new age. Instead of relying heavily on the electric guitar, the quieter sections lean on piano, acoustic guitar, cello, and saxophone.
.:: Si fuesen otros años, el sonido de Kayo Dot se asociaría de inmediato a grupos de la corriente metalera sueca, más experimentales y ligando ciertos recursos estilísticos del post-rock a su discurso más duro. Pero en este caso, Kayo Dot no es una banda europea y, lo que es mejor, no sólo es que selecciona algunos elementos del post-rock, sino que también añade momentos de música clásica contemporánea y avant-garde a la mejor usanza de los grandes (Bartok, Cage, Riley, Reich, entre otros) para entregarnos, desde Boston, Estados Unidos, una sorpresa contundente de nuevo rock experimental.
La génesis de Kayo Dot se remonta a 1996. Claro está, que no es la misma banda de entonces. Su historia parte cuando Maudlin of the Well, remecía los círculos del metal underground norteamericano, con su mezcla de poderío estilo death más experimentaciones pequeñas de música contemporánea y vanguardia, todo encauzado por la mente febril de Toby Driver. Maudlin of the Well generó una especie de culto y, cuando la banda se desintegró en 2003, Driver creó a Kayo Dot, como una continuación natural, aunque acentuando la faceta más vanguardista, de su fallecida agrupación.
Como dato curioso, tanto Kayo Dot como Maudlin of the Well, se originaron en Massachussets, cuna de la nueva camada de bandas de metal norteamericano que tan bien están en el aspecto comercial. Lo interesante de este dato, es que Kayo Dot no recrea ningún sonido; todo es propio. Tanto, que en 2003, fueron fichados por el legendario John Zorn para su sello Tzadik y editar, -a la vez que distanciarse de sus pares de la sección de vanguardia más dura de la disquera-, “Choirs of the Eye”, un batatazo de principio a fin, que en ocasiones parece una orquesta o una banda como A Silver Mt. Zion, y en otras, experimenta al estilo de The Dillinger Escape Plan.
Otro punto a destacar es la utilización de la voz por parte de Driver, que además es el cerebro compositor detrás de Kayo Dot. Las vocalizaciones pasan de ser muy etéreas, casi espirituales, a timbres derechamente desquiciados tipo Mike Patton. Esta característica, sumada a los complejos arreglos de orquesta, construyen un notable experimento sonoro, que se expande en los cincuenta y seisminutos y fracción que dura el album.
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1 comments:
Been listening to this album for the whole week and never once I got bored. Truly incredible stuff. I wish there was much more music like this.
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